Tener un decálogo del redactor es una manera de mantener siempre presente la ética profesional a la hora de generar contenidos, y creo que esto es muy importante por cómo funciona el sector.
Y es que la forma de consumir y crear contenido en la era digital se parece más a un Big Mac que al puchero de una abuela. Consumimos contenido fácil de morder, que no nos haga pensar demasiado y que nos deje buen sabor de boca. Aunque esté hecho con ingredientes de segunda o se haya cocinado en 5 minutos. Se consume contenido rápido, y por tanto hay que crear mucho y muy a menudo para estar siempre presente. Tanto, que crear contenido puede llegar a convertirse en una obsesión.
Los redactores hemos formado parte durante años a la industria del fast food del contenido. Nos han encargado artículos con una vida útil muy corta, que se tenían que escribir en muy poco tiempo. He llegado a ver encargos de 1000 palabras por menos de 5€, y eso no es sostenible ni realista.
Como redactora de contenidos, llevo mucho tiempo pensando en esto del contenido fast food. Y me he decidido a crear este decálogo para aprender a escribir a fuego lento por si puede ayudar a otros redactores a generar contenido más saludable.
El decálogo del redactor que escribe a fuego lento
- No contribuir a generar desperdicio digital: crea solo textos deliciosos
- No copiar: crea tus propias recetas
- Utilizar fuentes fiables: si no estás seguro de algo, no lo incluyas
- Dedicar tiempo a la ortografía y el estilo.
- Aportar siempre valor real.
- No escribir titulares ni contenidos sensacionalistas.
- Buscar inspiración en otras artes y en otros sectores.
- Trabajar en proyectos que sean coherentes con tus principios y/o valores.
- Captar el alma de cada proyecto y reflejar su esencia en cada contenido.
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